El centro delantero colombiano Jackson Martínez, considerado por muchos especialistas como el sucesor de Radamel Falcao en la selección colombiana y el embajador colombiano en el mundo del fútbol se confiesa en una entrevista de Canal 1.
Martínez, tenía una potencia física como pocos y su olfato goleador su detectado por los grandes de Europa para poder contar con sus servicios, fue el Atlético de Madrid su primera incursión europea y entonces se rodeo de «amigos» que no debió ser, pues lo arrastraron por un camino tortuoso que no le permitió brillar como futbolista.
«Viví una vida hecha de lujuria y pecado, disfrutaba pecar porque lo veía como algo normal, como lo ve el resto del mundo. No verás a Dios como tu todo a menos que él sea lo único que te quede. Y por eso tomé la decisión de enfocarme en él» mencionó en su entrevista para el Canal 1.
Reconoció que los supuestos amigos eran los que le pedían más y no se daba cuenta de donde lo estaban llevando: «En mi caso fue cuando empecé a darme cuenta de que algunos de los amigos con los que iba a fiestas querían más. Me rodeaban de alcohol, cigarrillos y tantas cosas más»
También comento su paso frustrado por el Atlético de Madrid, ya que pretendió sumar más minutos de los que le dieron y esas frustraciones le eran difícil de asimilar por que creyó que llego para ser el 9 del equipo. Eso sí, mencionó recuerdos bonitos por la convivencia en el club con sus compañeros y todos los que rodean en el día a día del club.
Confesó haber vivido las consecuencias del racismo en carne propia: «En España fui víctima de racismo. Fue en el aeropuerto. Solo Dios frenó ese momento. Agarré una gaveta donde uno pone las pertenencias y no había visto que un señor ya la había tomado, puse mis cosas ahí, giré, me iba a quitar los zapatos y él dice: ‘Disculpa, yo ya tengo esa’. Yo iba a sacar mis cosas y el de seguridad le dijo: ‘puedes compartirla’ y él respondió: ‘yo no comparto con negros’. Cuando él dijo eso mi primera reacción fue levantarme, ponerme frente a él y vi como una película en mi mente, si hubiese reaccionado habría ido preso. Me quedé callado porque sentía que si hablaba iba a explotar, evité hablar para que él no me respondiera»